Chepe Paisa es un divertido personaje creado para hacer preguntas a veces atrevidas pero respetuosas a celebridades que desde su época y con su esfuerzo dejaron huella. Por ello, viaja en el tiempo a entrevistar “en vivo” a los protagonistas.
CHARLANDO CON PINOCHO
Chepe entra a la carpintería de Geppetto para hablar con un muñeco que él labró para adoptarlo como a su hijo. Entre tablas, alfardas y varillones de cedro, cedrillo, guacamayo, chilco colorado y de comino crespo, casi tapado entre viruta y el aserrín está esperándolo el muñeco del que habló Carlo Collodi en 1883 en un periódico italiano. Chepe corre a un lado un serrucho, un martillo, el cepillo, clavos torcidos, el metro de tablillas y la garlopa del banco del taller, raído por los serruchos y chilguetiao de pintura, para sentarse a hablar con Pinocho que está desmadejado, como un títere jubilado.
“¡Buongiorno, Pinochio! Soy Chepe y me trasladé en el tiempo para hablar con vos que sos tan famoso que todavía hacen películas de tu vida, como la reciente de Guillermo del Toro.”
-Espere yo me sueno la nariz que se me crece sin mi consentimiento; debe de ser por el olor a cola, ese pegante que usa el maestro carpintero.
(Estornudó y lanzó aserrín que salió de su nariz directo a la cara de Chepe, nublándole la vista).
Bienvenido, Chepe. Soy hijo natural del carpintero que comenzó a labrarme de un palo mientras lloraba tan tristemente la pérdida de su hijo, que un hada azul se compadeció, me dio vida de muñeco y prometió que podría convertirme en un niño de verdad si demostraba ser valiente, sincero y generoso.
¡Y, de acuerdo con lo que dicen, parece que no fuiste muy cumplidor de estos deberes, Pinocho y no le parabas ni esto de bolas a Pepe Grillo, ¡que era tu conciencia!
¡Ya comenzó a criticar este Chepe! Pues, recuerde que yo era un niño en formación en ese entonces y no era un ser humano. Además, pocos le hacen caso a la conciencia que a veces nos acusa tanto.
¡Y deje de fumar aquí, Chepe, que estamos en una carpintería y yo soy un palo muy combustible!
Muy lindo tu origen consolador, pero contános algo de tu juventud, porque tu papá dizque te enviaba a la escuela y en vez de ir, le desobedecías y te dejabas engañar fácilmente por algunos personajes muy vividores.
Si, al Zorro y al Gato los conocí al salir del teatro de Comefuego. Eran amigables y más cuando vieron que yo tenía cinco monedas de oro. Se me arrimaron diciendo que eran amigos de mi papá. Ellos me engañaron prometiéndome que mis monedas se multiplicarían si las enterraba en el Campo de los Milagros en la Tierra de las Lechuzas donde crecería un gran árbol de oro; pero, los milagros fueron para ellos porque me las robaron todas y me dejaron en la ruina. ¡Me pegaron unas tumbadas! como decís vosotros. Pero, Pepe Grillo me cantaleteaba mucho para que no siguiera metiendo más mis patas de palo.
Hazme un favor, Chepe: Ráscame la espalda que creo que el comején me está comenzando a invadir, porque no me deja dormir esta comezón; y, de nuevo, córrase para allá con ese tabaco encendido. ¡Qué tipo tan cansón! (Y le comenzó a crecer la nariz a Pinocho para demostrar lo contario).
Contáme del agarrón con un cruel espantapájaros bandido que te encontraste.
Pues, salí a un arado de maíz y vi un muñeco grande con brazos, con un sombrero viejo y vestido con ropa que parecía la de un mendigo. Lo comencé a mirar y vi que hasta un pájaro confiado estaba rondándolo y le dije que qué hacía ahí tan quieto; que caminara todo elegante como yo; y comencé a danzar a su alrededor todo humillativo.
Me recosté cerca a descansar y vi que venía cojeando; con una mano arrancó de raíz su brazo derecho y con él me encendió a golpes, de la manera más miedosa.
Jajajaja. Me hacés acordar de cuando en un costal metíamos mazorcas de maíz y las encendíamos a garrotazos para desgranarlas. ¿Así te fue?
No sea tan amarillista, Chepe. Así fue, pero sin tusa.
Sigo y no me interrumpa. Me quebró una pata en tres partes, mi nariz voló lejos y me causó lesiones internas muy severas. Al menos, eso era lo que escuchaba de los médicos que hasta un corazón estaban buscando para mí. Al fin y al cabo, soy un muñeco y anestesia no necesitaron aplicarme, pero quedé como escoba sacudida por un perro gigante y juguetón.
¡Qué pesar de vos, Pinocho! pero ¿Cómo te sentías entonces en ese lamentable estado?
Mis sueños de ser un niño de verdad se estaban, literalmente, desbaratando; pero en esas llegó el hada protectora que me había dado vida de muñeco y me puso un corazón de fantasía… y aquí me tenéis, hablando como un pendejo con vos.
Ahora, contáme de ese gigantón titiritero que se puso a hacer negocio contigo, presentándote en las ferias para llenarse de dinero.
¡Ah, Stromboli! Era un titiritero que al principio fingió ser amable; pero, rápidamente reveló su verdadera naturaleza cruel y violenta y me usaba para enriquecerse: Me prometió fama, fortuna y una vida de artista si me unía a su espectáculo, pero en realidad solo buscaba explotarme para su propio beneficio. Después de la primera función, en lugar de dejarme ir a casa como había prometido, me encerró en una jaula, tratándome como una propiedad suya.
Y lo más aterrador para mí: me decía que, cuando ya no le sirviera, me usaría como leña para el fuego. Mejor dicho, lo peor de lo peor. ¡Me cogió de su puerquito, como diría el Chavo!
Y se nota que casi no me has mentido, porque una sola vez se te creció un poquito la nariz mientras hablábamos, Pinocho.
Qué pecao de vos. Esperáte Pinocho; escucho algo afuera: parece que a tu papá se lo tragó un animal gigante, como le pasó a Jonás el de la Biblia.
¿Cómo así? ¡Ya voy a salvarte, papá Geppetto; resiste! Chao, Chepe y saludos por allá a los amigos de Antioquia.
Colofón: Finalmente, tras demostrar su valentía al salvar a Geppetto del vientre de una ballena, el Hada Azul lo recompensó convirtiéndolo en un niño de verdad. Y colorín colorado…
Medellín, noviembre 16 de 2025
José Carlos
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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.