Sobre La Pietá, El Moisés y El David

Chepe es un personaje paisa que viaja en el tiempo a entrevistar “en vivo” a los protagonistas y nos cuenta sus historias en minutos.
Sobre La Pietá, El Moisés y El David
CHARLANDO CON MIGUEL ÁNGEL
Hombre, Miguel Angel. Siquiera volviste porque estoy apenado con mis lectores a los que les prometí hablar con vos también de Moisés y en la primera entrega no lo vieron ni en las curvas. Ahora que regresaste, vamos pal Triángulo y mientras nos tomamos una manzanilla, me hablás de esas esculturas tuyas que después de más de 500 años están cada día más pispas.
Empecemos por El Moisés que es una de las esculturas más poderosas del Renacimiento, tallada por vos en tan solo dos añitos (1513 y 1515) como parte del mausoleo del papa Julio II.
EL MOISES
¿Por qué Moisés y no otro gigante como a Jesús, san Pablo, ¿o incluso a Pedro?
“Porque fue parte de un encargo de un Papa y en Moisés se pueden encontrar las realidades y contrariedades de un ser humano y la mía obra representa el momento en que Moisés desciende del monte Sinaí con las Tablas de la Ley y descubre a su pueblo adorando al becerro de oro. Aunque está sentado, transmite una tensión interna que parece a punto de estallar. Pasa de la contemplación a la acción.”
Da hasta miedo ver esa escultura tan inmensa y con esos gestos tan humanos.
“Su cuerpo parece a punto de levantarse, como si la escultura tuviera movimiento en potencia. Su postura, el giro de la cabeza, la musculatura y la expresión facial transmiten ira contenida y autoridad divina.”
Y ¿te acordás de las barbas y las manos como crispadas? ¡realmente tenía como rabia tu Moisés!
“La barba, las manos, las tablas y los pliegues de la ropa están esculpidos con un realismo impresionante; le puse todo mi empeño, bambino Chepe.”
Por ahí dicen que viendo esa maravilla, cuando la terminaste, vos dijiste que solo le faltaba hablar.
“Según la tradición popular, dicen que yo quedé tan impresionado por el realismo de mi obra que, al terminarla, golpeé la rodilla de la estatua con un martillo y exclamé: “¡Ahora, habla!”. Esta anécdota no aparece ni en mis escritos. De todas maneras, quedé muy contento con mi Moisés.”
Pero, yo, sin saber nada de arte, sí te digo que tu escultura “habla” porque se destaca por su intensidad emocional, especialmente en la expresión del rostro, que parece contener una furia y contrariedad inmensa, hombre Miguel.
EL DAVID
Contános ahora sobre ese gigante con más de 4 metros de altura, que es El David, esculpido por vos.
“Listo, bambino, Chepe. Ese lo esculpí en mármol de Carrara; sin máquinas ni pulidoras eléctricas como ahora, sino a punta de cincel y martillo. Con la base mide 5 metros con 17 centímetros y está como a la expectativa, pero sin miedo, justo antes del enfrentamiento con Goliat.”
Claro, yo recuerdo el episodio, aunque no estuve presente: David tomó una honda y con ella lanzó una piedra que le dio en toda la totorra al gigante Goliat. Es que desde que se inventaron las armas, aunque rudimentarias en este caso, todos nos igualamos. No hay enemigo pequeño, Miguel.
“Para hacerlo, tomé como inspiración a atletas clásicos y no un modelo específico, como de acuerdo con la mala fama, decían por ahí.”
LA PIETÁ
Te cuento Miguel, pero no pa que te dé envidia, que, en San Pedro de los Milagros, en Antioquia hay una réplica de tu obra La Pietá y que la llaman “La Cristina”.
“Eso no me mueve el piso, ni el andamio, porque están imitando lo bueno, lo bonito. En mi escultura la Virgen María sostiene el cuerpo sin vida de Cristo tras la crucifixión y es algo que conmueve hasta las entrañas, Chepe. Pese a ello, María, su madre aparece joven y serena, lo que simboliza su pureza eterna. No hay dramatismo exagerado; la expresión es de aceptación y paz, lo que intensifica el dolor de la escena.”
Ya se me están encharcando los ojos ante esa escena tan dramática, Miguel. ¡Qué berraco sos vos! Es que yo no sé cómo extraías literalmente de los bloques de mármol unas figuras que parecían estar ya contenidas en ellos. Si fuera un niño te preguntaría cómo sabías que dentro de ese bloque había un caballo… pero ya no soy niño, aunque me decís que bambino.
Te voy a contar algo que te va a doler mucho. En mayo de 1972, un fanático llamado Laszlo Toth atacó tu Pietá en la Basílica de San Pedro con un martillo, causando graves daños.
“¿Cómo así? ¿Y qué mal le estaba haciendo? ¡No hay derecho, bambino Chepe!”
Pero te cuento también que, para restaurarla, el Vaticano recurrió a una réplica exacta que había sido enviada años antes a la ciudad de Lampa, en los Andes peruanos. Esta réplica, hecha en yeso blanco, fue clave para reconstruir los detalles dañados. Ni vos mismo te darías cuenta dónde fue el martillazo.
“Me dejas apesadumbrado con esa noticia. Yo ya me voy, bambino Chepe. Que sigas muy bien. Recuerda que “Pian piano si va lontano”, bambino. ¡Buongiorno!”
¡Buongiorno, Signore Michelangelo Buonarrotti. Ciao, pues y te cuidás.
Medellín, 1 de octubre de 2025


José Carlos
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