
Chepe es un personaje paisa creado para hacer preguntas a veces impertinentes pero respetuosas a personajes que desde su época y con su esfuerzo dejaron huella. Por ello, viaja en el tiempo a entrevistar “en vivo” a los protagonistas.
CHARLANDO CON EDITH PIAF
Muchas gracias por venir, Madame Edith Piaf. Se nota que la invitación que le envié con Aznavour le llegó a tiempo. Perdóneme, Madame, pero yo utilizo mucho el término paisa de “vos”, para preguntar. ¿Puedo hacerlo sin molestarse?
“¡Oui le chepé! Mercy, Monsieur le Chepé. Voy a tomarme esta pastilla para el dolor para que arranquemos la charla.”
Contáme primero ¿qué quiere decir la palabra “Piaf” en francés?
“la palabra Piaf, se refiere a un gorrión, como los pinches, afrecheros o copetones de ustedes y me pusieron así por mi voz que a menudo es una serie de notas seguidas de un trino muy particular; y, además, por mi cuerpo pequeño y frágil. Al menos eso me dijeron.”
Ahora sí, contános de tu vida en París, porque por aquí sos muy famosa como Aznavour.
“Nací el 19 de diciembre de 1915. Mi mamá era una cantante ambulante alcohólica a la que mi padre, un acróbata, abandonó justo en el momento en el que había comenzado con el trabajo de parto. Mi mamá salió a la calle a pedir ayuda para llegar al hospital, pero no la ayudaron y me dio a luz a la intemperie, debajo de un farol de la calle en París. Así nací yo Édith Giovanna Gassion, con el tiempo conocida como Piaf. Mi vida empezaba mal.”
Qué pecao de vos y de tu mamá, por allá tiradas y más si nos atenemos a que diciembre y enero son los meses más fríos en París, con máximas que no superan los 6ºC y mínimas alrededor de 1ºC.
“Así fue, Monsieur, Chepé. Pero la cosa seguiría más dura: quedé al cuidado de mi abuela materna, quien no tuvo mejor idea que alimentarme en base a vino en lugar de biberones de leche. Al tiempo, para abreviar, terminé en manos de la mamá de papá. Era una madama o mujer que manejaba un prostíbulo. Las rameras de su pensión se turnaban para acompañarme.”
Esos sitios por aquí lo llamamos casas de cita. Qué vida tan berraca, madame; se me viene a la memoria una muchacha vendedora de flores en Colombia que también le tocó muy duro. ¿Y tu papá siguió despreocupado de vos?
“Le cuento Chepe que Europa estaba en la Primera Guerra Mundial y mi papá fue reclutado para sumarse al ejército; al final del conflicto volvió por mí y me llevó consigo a un circo de pueblo en pueblo.”
Esto no mejoraba para nada tu situación, Edith. Ya me está dando hasta pesar de vos. Seguí, pues.
“La necesidad me llevó, desde muy chica, a repetir la historia de mi madre cantando en las esquinas de París a cambio de unas monedas que recolectaba en mi boina o sombrerito.”
¿Y nadie te daba la mano, viendo o escuchando tu talentosa voz?
“Nada, le Chepé. Consciente de eso, con apenas 14 años y cansada de sufrir carencias con mi papá, decidí comenzar sola mi camino en la Plaza Pigalle, un barrio conocido por sus cabarets, teatros, sex shops y otros lugares nocturnos como bares y antiguos burdeles o prostíbulos parisinos.”
Y en Paris, que es la ciudad de los enamorados, vos no hacías sino trabajar; ¿pero nada de amores?
“En 1932 con cerca de 17 años me enamoré por primera vez, de Luis Dupont, un mozo con quien tuve a mi única hija, Marcelle. Pero mi niña murió de meningitis con apenas dos años de edad.”
Qué capacidad de resistencia. Nada te salía bien. ¿Cómo iba tu siquismo ante tanta contrariedad y tragedia?
“Este fue un duro golpe para mí, pues sentía que todo el universo se había complotado en mi contra una vez más. No obstante, seguía teniendo una inigualable voz en la que descargaba toda mi angustia y soñaba con que, en algún momento, ésta me permitiría cambiar mi destino.
Fue Louis Leplée, propietario del cabaret Genry´s, uno de los más conocidos de la región, quien me “descubrió” cuando se topó conmigo por la calle de casualidad y me escuchó cantar. Tras una pequeña prueba, el empresario no tardó en contratarme y, en 1937, con 22 años de edad, me bautizó como Môme Piaf, lo que significaba “pequeño gorrión” y hacía clara referencia a mi desgarbado aspecto físico.
Sin embargo, cuando todo parecía encaminarse, el hombre apareció muerto con un disparo en el club y fui injustamente señalada por la prensa como una de las sospechosas del asesinato. Todo se derrumbó, dentro de mí y comencé a tomar medicamentos para afrontar la dura realidad. Qué grave error, Monsieur le Chepé; no lo vaya a hacer nunca.”
Dejáme Madame Piaf yo me limpio los ojos que los tengo pero encharcaos con tu historia de vida. Perdoná la comparación, pero me estoy acordando de un personaje en la televisión al que nada le sale bien, aunque tenga ideas magníficas.
“Pero, de la mano del compositor Raymong Asso, mi pareja de entonces, me posicioné como una profesional del music hall que es una sala o local de espectáculos de variedades el cual mezcla actos de comedia, música popular, danza y otras presentaciones especiales.
Ahí no para todo, Monsieur, le Chepé: Ya convertida en Édith Piaf, nombre con el que logré mi consagración a nivel internacional tras la Segunda Guerra Mundial en la que ayudé a salvar a miles de judíos de los nazis, me convertí en una verdadera estrella tanto en Europa como en América.
¡Cómo he admirado a Aznavour! ¡Creí en él y no me defraudó! Se mantenía en la bohemia “soñando con llegar la gloria a conseguir…”, paseando por Venecia y entonces, aunque no le gustaba, yo le llamaba la atención para que pusiera los pies en la tierra.”
Llega el éxito y detrás de él, los maridos.
No es por nada, Piaf, pero no es casual que los fracasos sean huérfanos pero los éxitos tengan tantos padres y admiradores y vos no fuiste la excepción; porque decíme la lista de esposos que tuviste, si no es mucha molestia.
“Podría ser Monsieur; pero sin talento no hacen nada y es lo que veo yo con los míos. Ninguno sobresalió por mi influencia o recomendación.
En 1947, comencé mi primera gira por los Estados Unidos y conocí al boxeador Marcel Cerdan. Él se convirtió en el gran amor de mi vida. Pero, murió en un accidente de aviación.
Volví a contraer matrimonio con, Jacques Pills, de quien me divorcié en 1956. Luego tuve una historia con Georges Moustaki, junto a quien sufrí un accidente automovilístico que me dejó graves secuelas e hizo que el sufrimiento físico se hiciera cada vez más insoportable.”
Al inmenso dolor que sentías en tu corazón, se te empezaron a sumar los dolores del cuerpo. Y terminaste haciéndote muy dependiente de la morfina, me dicen por ahí.
“A los 46 años de edad, ya muy enferma, me casé con Théo Sarapo, un joven cantante de apenas 26. Con 20 años de diferencia de edad yo sabía que me quedaba poco tiempo de vida, así que lo tomé como a un hijo que me acompañara.”
Ya me está dando como rabiecita. Perdoná otra vez la impertinencia Edith, pero uno ve que algunos parecen ser como vividores para coger fama al lado de un personaje tan inmenso como vos…
“Y siempre será así, le Chepé; pero también siempre será mejor estar acompañada que sola.”
Pero no te vas a ir sin que hablemos de un tema que todavía hoy es muy famoso: Non, je ne regrette rien. (en español «No, no me arrepiento de nada.
“Claro que oui, le Chepé.
Escrita por Michel Vaucaire y compuesta por Charles Dumont, este me la ofreció porque creía que el tema describía perfectamente mis sentimientos y el sufrimiento, hasta el punto de quererme retirar definitivamente del espectáculo.
¡Escucharé una sola; una sola! Le dije.
“Sabía que me iba a rechazar de nuevo. Toqué, y canté ‘Non, je ne regrette rien’, muy, muy fuerte. -Me dijo luego el compositor.
Yo le dije: ‘Tócala de nuevo'”.
Al escucharla, supe que sería el tema que me devolvería a los escenarios.
La canción es un himno a la superación personal y a la aceptación del pasado, y ha sido utilizada en numerosas películas, como Inception y Madagascar 3, y se asocia con la determinación y el inconformismo.
“Para ti Charles D, para agradecerte la maravillosa canción que me diste. Me permitiste mantener el amor del público y me diste, el 29 de diciembre de 1960, la noche del concierto en el Olympia, la mejor noche de mi carrera”. Le escribí.”
Y no solo para vos, también para tu autor Dumont quien recién había firmado el contrato para un nuevo departamento, pero no tenía dinero para comprar muebles o comida que dieran una vida cómoda a su esposa y dos hijos.
Te cuento Edith Piaf, que la Legión Extrajera Francesa, que estaba en guerra con Argelia cuando se publicó tu disco sencillo, tomó la canción como canto de resistencia y esperanza. Hasta el día de hoy se entona “Non, je ne regrette rien” en sus desfiles.
Ella no me escuchaba ya por el efecto de la pastilla; y al despedirme, se fue despacio por esos caminos de Dios, con señales de mucho dolor en el cuerpo y en el alma y se perdió de mi muy llorosa vista, pero no de nuestra vida que quedó conmovida con su historia de dolor.
Al margen: Las enfermedades crónicas de Edith Piaf incluyen cirrosis hepática, artritis reumatoide, y problemas de salud derivados de su adicción a la morfina y al alcohol, los cuales empeoraron debido a los accidentes automovilísticos y su estilo de vida. Se cree que su muerte a los 47 años fue por un avanzado cáncer de hígado.
Conoció la miseria y la riqueza, el abandono y el éxito, la soledad y el amor. Pero sólo ella sabrá, esté donde esté, si alguna vez llegó a conocer la felicidad.
no je ne regrette rien: https://www.youtube.com/watch?v=7I7u_XLtFa0&list=RD7I7u_XLtFa0&start_radio=1
La Vie en rose:
https://www.youtube.com/watch?v=rzeLynj1GYM&list=RDrzeLynj1GYM&start_radio=1
Medellín, 12 de septiembre de 2025

José Carlos
¡Opina!
Te puede interesar...
ONOFRE “MAYEY”
IDEAS QUE PEDALEAN A MIL POR HORA ONOFRE “MAYEY” IDEAS...
Navegando por Granada
Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.