Lágrimas y risas vitales

PADRE OSCAR ORLANDO
Lágrimas y risas vitales
(Lectura: 4 minutos) “En las postrimerías del año 2000, horrorizados ante la masacre ejecutada aquí por las Autodefensas el 3 de noviembre y ante el arrasador ataque de las Farc los días 6 y 7 de diciembre de dicho año, en este medio debimos registrar con despliegue los actos de barbarie…”
De esta manera, el Periódico Granada registró en su editorial toda la amargura de un pueblo a punto de sucumbir ante el dolor.
¿Y a vos no te da dolor estar recordando y contando lo que pasó hace tanto tiempo en Granada, hombre Caliche? -preguntó Chepe.
-Claro que duele, pero es que la historia del Padre Oscar Orlando está entrelazada con lo que vamos a ver y es imposible desligarla. Además, el olvido no es la opción, Chepe.
-¿Y por qué sucedieron esas cosas tan horribles de las que las nuevas generaciones apenas conocemos de oídas? -Preguntó muy impresionado Chepe a Caliche.
-Lo que pasó es que Granada y todo su territorio pese a que no tenía ni minas de oro, ni petróleo ni nada de esas riquezas, era muy deseado por los grupos de extrema derecha e izquierda; pero, más que todo por su situación geográfica y estratégica para sus planes y se fueron metiendo hasta que, por enfrentarse para sacarse los unos con los otros, terminaron fue asolando los campos, matando y desapareciendo a mucha gente inocente y destruyendo gran parte del pueblito con un carro bomba, hombre Chepe. Pero dejáme seguir leyendo:
“Pero desde antes, había empezado la estampida: dirigentes comunales, comerciantes, conductores, estudiantes o empleados huían despavoridos ante la inminencia de perder la vida en un escenario donde todos eran vulnerables.
“La comunidad parroquial liderada entonces por monseñor Laureano Toro también aportó su cuota de sangre cuando su conductor y el sacristán, en tragedias diferentes, perdieron sus vidas, por la intolerancia de la guerra.
-¿Y cuándo fue la primera toma, la paramilitar que llaman y que dejó tantos muertos en las calles de Granada? –Pregunta intrigado Chepe.
-Fue el 3 de noviembre del año 2000. Con razón no conocés la historia si estás tan jovencito, Chepito. Mirá y verés lo que sigue y la valentía del obispo de Rionegro:
“Aún resuenan en los oídos, las palabras del obispo de Rionegro, monseñor Flavio Calle Zapata, cuando, en plena velación de los cadáveres de la masacre paramilitar, ordenaba con voz recia: “Abran las puertas del templo”, las cuales, los feligreses habían cerrado precipitadamente ante las ráfagas de balas que espantaban al pueblo en esas horas de dolor.”
-Pero, esa sería la primera masacre, porque creo que la toma guerrillera también dejó muchos muertos y heridos y al pueblo muy destruido.
-Claro que sí, Chepe. Esa fue el 6 y 7 de diciembre del mismo año y ahí sí creímos que había llegado el fin del mundo, porque también murieron muchos paisanos.
Pero sigamos leyendo, que esto está muy interesante, porque ya aparece el padre Oscar Orlando, todo alto y fornido.
“Y, fue dicho señor obispo, quien viendo aterrados a los feligreses y con ellos también al ya muy afectado párroco, el inolvidable 21 de diciembre del año 2000 presentó a los pocos fieles en el templo a un sacerdote oriundo del vecino municipio de El Santuario: al padre Oscar Orlando Jiménez Gómez.
Y, ante esa reducida concurrencia que no había huido, más que todo porque no tenía para dónde ni con qué, el padre Oscar Orlando puso a su disposición todo el amor de que fuera capaz su corazón. Con los sacerdotes bajo su tutela: PedroNel Quinchía, Juan Clímaco Salazar y Agustín Villada inició inmediatamente la recuperación física y muy especialmente, la anímica de estas personas, todas vulnerables.”
-¿Y qué lo hizo tan famoso y tan querido por los granadinos que quedaban en Granada y los que ya se habían ido del pueblito? –Pregunta Chepe.
-Le tocó un trabajo muy duro y peligroso porque la guerra seguía y porque además era su primer nombramiento como párroco. Mirá; no me interrumpás y verés, –dijo Caliche:
“Y comenzó a rehacer junto con las cooperativas, la Administración Municipal, el Comité Interinstitucional y demás fuerzas vivas, el destruido escenario físico de Granada; y ayudó a reorganizar las juntas de acción comunal, los grupos juveniles, las dispersas asociaciones de ganaderos, paneleros, agricultores, caficultores, conductores y otras, quienes pusieron también sus víctimas; y lloró con ellos.”
-Por ahí oí decir que su carcajada es muy contagiosa y sonora. -dice Chepe.
-Claro que sí y con ella rompía la monotonía, la soledad y la tristeza en que estaba el pueblito; pero sigamos leyendo – responde Caliche.
“Pero luego, empezó de nuevo Granada a sonreír; levemente al principio y luego, contagiado con la carcajada sonora de su nuevo párroco, con la risa franca y el abrazo fraterno, comenzó a desarmar los ceños adustos de esta sufrida gente de Granada. Y la carcajada se empezó a disfrutar en la alcaldía; en escuelas, colegios y calles; en las casas de las viudas por la violencia y en caminos y veredas por donde volvió a pasar un sacerdote, llevando la enseña de Cristo y su mensaje de perdón y reconciliación. Y organizó marchas de kilómetros y kilómetros, para pedir por la reconciliación y el perdón y como desagravio a Dios por todos los pecados cometidos en esta devastada región del Oriente Antioqueño.”
-Y me cuentan los adultos que hubo después otra masacre muy dolorosa de siete campesinos muy queridos en una vereda cercana de Granada. Dice Chepe claramente impresionado.
-Esperá y sigamos leyendo, Chepe:
“Y reunió a todo el pueblo para recoger las cosechas de las víctimas de posterior masacre de campesinos en El Vergel; y limpió, en convites, las carreteras secundarias y terciarias, pues tenía el sabio presentimiento de que Granada no moriría con esto y que más bien era un acicate para resurgir cual Ave Fénix, de sus cenizas.”
-El padre en sus homilías repetía un lema que se hizo realidad en él y en los que ayudaron a la reconstrucción de Granada. ¿Cuál es? Mirá y verés:
” Y gritó a voz en cuello, una verdad lapidaria: “Por los granadinos hay que trabajar las 24 horas del día y ni aún eso, es suficiente”.
Por eso, con un mensaje claro de que el dolor templa los corazones y abre oportunidades, llegó a todos los rincones donde su palabra fue escuchada y respetada aún por actores del conflicto, que, a no dudarlo, asistían a sus homilías con el respeto debido a Dios; respeto que se había vuelto añicos cuando en la toma se atrincheraron bajo las naves del templo, en momentos en que parece, la fe y el respeto se les había extraviado.”
-Además, viendo que muchísimo de los granadinos se habían ido, cuando se encontraba con ellos lejos del pueblito en las fiestas de las cooperativas o de las colonias, decía con ánimo integrador una frase también muy vacana. ¿Cuál era?
-Seguí leyendo y verés, Chepe: -Dijo Caliche
“Y, hoy, con mensajes de fraternidad, unidos a un eje central, la Iglesia, dice que no solo es el párroco de Granada, sino EL PARROCO DE LOS GRANADINOS, los cuales están desparramados por toda la geografía mundial, dado su instinto de conquistar lugares, corazones y mercados.”
-Pa mejor decir, sin ese padre, Granada sería otra cosa, -dijo emocionado Chepe.
-Indudablemente, Chepe, indudablemente.

José Carlos
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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.